Romanos 13:11 afirma: "Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño, porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos". Existe la percepción errónea de que aceptar a Dios implica que la vida espiritual se desarrollará de manera automática, sin esfuerzo alguno. Sin embargo, la vida cristiana demanda disciplina, dedicación y una relación activa con Dios. No podemos adoptar una actitud pasiva, esperando que el crecimiento espiritual ocurra sin nuestra participación. La fe requiere acción y compromiso, y es fundamental comprender cómo evitar la inercia espiritual para mantenernos firmes en nuestra relación con Dios.
ahora bien, la vida cristiana exige dirección y esfuerzo. "Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano" (1 Corintios 15:58). Dios nos exhorta a permanecer firmes y perseverantes, evitando la pasividad. La firmeza implica convicción, mientras que la constancia nos permite desarrollar madurez espiritual. Este crecimiento no es espontáneo; requiere esfuerzo continuo. La lectura de la Biblia, la oración y la comunión con otros creyentes fortalecen nuestra fe. Jesús nos enseñó que debemos tomar nuestra cruz cada día (Lucas 9:23), lo que implica una decisión consciente y diaria de seguirle. No podemos esperar que la transformación espiritual ocurra sin nuestra colaboración activa.
Analicemos el riesgo de la pasividad espiritual. "Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar" (1 Pedro 5:8). La falta de vigilancia y acción nos hace vulnerables a las influencias del enemigo. La desconexión con Dios no ocurre de manera abrupta, sino de forma progresiva, mediante distracciones y comodidades que disminuyen nuestra pasión espiritual. Un ejemplo bíblico es Sansón, quien confió en su fortaleza sin darse cuenta de que, al descuidar su relación con Dios, perdió su poder (Jueces 16:20). De manera similar, si no cultivamos nuestra espiritualidad, corremos el riesgo de debilitarnos. La Escritura nos advierte en Apocalipsis 3:16: "Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca". Dios anhela creyentes comprometidos y apasionados, no individuos indiferentes.
Dios nos llama a una vida con propósito. "Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra" (Colosenses 3:2). La relación con Dios no se mantiene por inercia; requiere una búsqueda intencional. En la Biblia, Daniel tomó una decisión previa para no contaminarse antes de enfrentar la prueba (Daniel 1:8), demostrando la importancia de la preparación espiritual. Asimismo, Pablo compara la vida cristiana con una carrera que exige esfuerzo, disciplina y constancia (1 Corintios 9:24-27). Un atleta que aspira al triunfo debe entrenar rigurosamente; de igual modo, el creyente debe cultivar su fe de manera activa. La forma en que gestionamos nuestro tiempo, energías y decisiones refleja nuestro compromiso con Dios. Él busca personas involucradas con su propósito, no espectadores pasivos.
Entonces, ¿Cómo salir del piloto automático?
Despierta espiritualmente. Evalúa si has caído en la rutina y la pasividad en tu vida de fe. Pregúntate: ¿Estoy avanzando espiritualmente o simplemente manteniéndome en lo básico? Fortalece tu relación con Dios. Dedica tiempo significativo a la oración, el estudio de la Biblia y la adoración. No permitas que tu comunión con Dios se convierta en una práctica mecánica, sino que sea una experiencia genuina. Involúcrated en la obra de Dios. No te limites a asistir a la iglesia; participa activamente, sirve y comparte el mensaje con otros. Acciones concretas como estas fortalecen tu fe. Rodéate de personas comprometidas con Dios. La comunidad cristiana es esencial para nuestra firmeza espiritual. La soledad puede llevarnos al desvio, pero caminar junto a creyentes apasionados nos motiva a perseverar. Renueva tu pasión por Dios. Pídelo en oración y permite que el Espíritu Santo reavive tu corazón. No permitas que la rutina o la comodidad apaguen tu amor por Cristo.
La vida cristiana no se desarrolla en piloto automático. Dios nos ha conferido la responsabilidad de buscarle de manera activa. Hoy es el momento de tomar la decisión de abandonar la pasividad y comprometerse genuinamente con el crecimiento espiritual. No es suficiente haber iniciado bien; es fundamental perseverar hasta el final. Jesús nos llama a una fe activa y en constante desarrollo. No seas un creyente dormido, sino alguien que avanza con determinación hacia el propósito divino.
- Pst. Andrés Bonza.